Una vida dedicada a la costura, una trayectoria que se ha convertido en leyenda en las calles de Rengo. Telésforo Arambarri, el último sastre de la ciudad, ha tejido no solo prendas exquisitas, sino también una historia llena de pasión y dedicación.
Desde los tiernos 14 años, Telésforo se sumergió en el mundo de la confección y reparación de ropa. Lo que comenzó como un simple gusto por la costura infantil, zurciendo calcetines y parchando ropas, se transformó en una vocación que ha perdurado a lo largo de siete décadas.
A sus 86 años, Telésforo sigue abriendo las puertas de su taller en la calle Arturo Prat, atendiendo diariamente a aquellos que buscan la maestría de un sastre con experiencia. Su legado, sin embargo, se ha expandido más allá de Rengo, gracias a la viralización de su historia en Instagram, alcanzando millones de reproducciones y cientos de miles de interacciones.
De los ocho sastres que una vez compartieron las calles de Rengo, Telésforo Arambarri es el último en pie. A pesar de que la clientela ha mermado con el tiempo, su nombre sigue resonando y su habilidad sigue siendo solicitada. “Me entretiene bastante. Porque si no trabajo, me aburro”, confiesa con una sonrisa.
El reconocimiento de su trayectoria no solo reside en sus manos hábiles, sino también en la luz que ilumina sus máquinas de coser, testigo del tiempo y la dedicación invertidos en su arte. Aunque su vista ya no es la misma, Telésforo sigue cosiendo con precisión, demostrando que la pasión puede vencer cualquier obstáculo.
Dentro de su taller, entre cuadros en la pared, un mesón de trabajo, máquinas de coser y vestones colgados, Telésforo rememora a su mentor, Orlando Peñaloza, el sastre más antiguo de Rengo. “Me incentivaron cuando era chico y aprendí rápido”, afirma con orgullo.
A punto de cumplir 73 años de trabajo ininterrumpido, Telésforo Arambarri es mucho más que un sastre; es un testamento viviente de la artesanía, la perseverancia y la pasión por la costura. Su legado continuará tejiendo historias en cada puntada, manteniendo viva la tradición sartorial en las calles de Rengo. ¡Un maestro que desafía al tiempo con cada costura!